viernes, 16 de septiembre de 2016

Pasión.

Realmente disfruto de las clases de Literatura Española del Siglo de Oro. Cuando empezamos no le tenía demasiada fe. Sabía que íbamos a leer el Quijote, que es un libro eteeeerno y que, con las otras materias que estamos cursando, nos iba a resultar una lectura bastante cargosa. Desde chica he recibido opiniones muy contradictorias acerca del Quijote, como si no hubiese término medio en el mismo: o te encanta o no te gusta. Soy el tipo de personas que prefiere establecer un juicio propio en lugar de basarse en el de los demás así que empecé tanto las clases como la lectura con cero expectativas.

A veces la vida te da sorpresas muy lindas.

La profesora Serber es una persona increíble, de esas que simplemente te contagian su entusiasmo. Es tan apasionada..., se nota que realmente ama lo que hace. A veces siento que me podría estar hablando de las características de la baba del caracol y, hablando como lo hace ella, resultaría re interesante. Tenemos sus clases los viernes en la última hora, de 11.30 a 13.30/14.00, lo que nos parece un poco cargoso porque es la última hora del día. Sin embargo ella logra engancharte desde el momento cero hasta que, si no es porque un compañero te avisa, te perdés el colectivo de la vuelta. Y eso no es todo, sino que salís de sus clases con unas ganas de leer que asombran.

El Quijote es todo un tema, sin embargo es mucho más interesante de lo que me imaginé en una primera instancia. Es divertido ver cómo la locura de Don Quijote trasciende la realidad, modelándola a los ojos del hidalgo para convertir la situación en una aventura más. Aprendimos muchísimo acerca de los distintos episodios, la cuestión crítica y los relatos internos que aparecen a lo largo de la obra. Los personajes están muy bien caracterizados y la evolución de los mismos es algo que, si bien no avanza demasiado rápido, te invita a seguir leyendo.

Don Quijote se enfrenta a los molinos de viento


Apenas voy por la mitad de la primera parte y tengo un claro problema con los nombres. Son tantos los personajes que aparecen que debería realizar una lista. Esa es otra de las cosas que me sorprende de mi profesora, la facilidad que tiene para recordar cada personaje, cada episodio, cada detalle.

Mi episodio favorito, de momento, es uno de esos relatos interpolados. La historia de Cardenio y Luscinda es tan interesante y atrapante que en el momento en que se corta por la intervención de Don Quijote te dan ganas de encabezar un ejército y de darle una de esas famosas tundas que recibe. Quizás se debe a que ese tipo de romances me gustan mucho. Amor, deseo, traición, pena..., tiene todos los elementos de un buen romance al mejor estilo cortés. Es una lástima que hoy en día ya no haya relatos como aquellos.


Tristán e Isolda
Es raro, el romance no es de mis géneros favoritos, de hecho, cada vez que aparece en el transcurso de las novelas contemporáneas suelo irritarme, sin embargo, el amor en las novelas de caballería me parece un tema precioso. Estoy aprendiendo a valorar estas historias mucho más de lo que antes lo hacía, abriendo un poco más mi mundo y dándome cuenta de que la caballería es más que el rey Arturo. Sé que, en el transcurso de mi vida voy a leer mucho más de este precioso género, solo espero no terminar como Don Quijote...


O quizás sí, sería divertido ver la reacción de la gente ante una posible reinstauración de la caballería andante.

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